En el año 1963 Alberto Greco llegó a Piedralaves donde pasara algunos meses de su vida. El pueblo de la provincia de Ávila se convirtió para él en una escena perfecta en la que desarrollar su arte vivo. El artista se encontró muy feliz en este lugar lleno de recursos en los que generar su obra y, sobre todo, lejos de las modas de la época, que se podían ver en ciudades más grandes, como Madrid. Fue en este lugar donde Alberto Greco comenzó a dar vida a su Gran Rollo Manifestó del arte “Vivo Dito”. El artista era conocido por producir obras con presupuestos realmente ajustados. Así, empezó a trabajar con un rollo de papel higiénico, al que le sumo otros rollos donde diseñaba dibujos, anécdotas, chismes, etc. Era para él “el testamento más importante que un hombre vivo puede hacer”. Con más de 200 metros de papel, Alberto Greco envolvió la ciudad de Piedralaves con su obra, y la inmortalizó a través de fotografías realizadas por Montserrat Santa María.
El manifiesto no fue la única obra creada por Greco en Piedralaves. Involucró a la gente de la ciudad en la realización de sus intervenciones artísticas, capturando momentos donde participaban en su arte vivo. Se pueden encontrar fotos de los habitantes del lugar sosteniendo carteles que el propio Greco había dibujado, en los que se podía leer “Esto es un Greco”. Estas intervenciones performáticas reflejan el modo de trabajo y el impacto cultural que el artista dejó como legado entre las gentes de Piedralaves. Hoy en día se puede pasear por las calles de Piedralaves y reconocer algunos sitios a través de sus obras intervencionistas. Piedralaves se puede convertir fácilmente en un teatro donde jugar a reconocer los diferentes lugares utilizados por Alberto Greco en la creación de sus obras. Además, la ciudad misma expone a veces algunas piezas del artista en las mismas plazas donde fueron realizadas. Esta amalgama del pasado con el presente nos permite viajar e imaginarnos el ambiente de aquel verano de 1963, durante la estancia de Greco en el municipio.